“El toro de Creta:”
El rey Mino de Creta prometió ofrecer sacrificios a
Neptuno, al dominante domador de los mares. Para eso hizo venir Creta, a los
bueyes más altos y fuertes del mundo, pero ninguno le parecía digno de Dios.
Entonces el rey fue a arrodillarse en el templo de Neptuno y dijo:
—“Yo te juro espléndido Numen de los abismos marinos,
que te ofreceré al animal que hagas surgir de las espumas de tus ondas
misteriosas. “
Neptuno aceptó y del mar hizo salir a un robusto toro,
este era tan bello que al verlo dudaron sobre su sacrificio. Por ello Indignado
ante tanta deslealtad, Neptuno inspiró entonces al toro surgido de las ondas,
una indomable ferocidad.
Esta bestia fue el terror del país, debido a su
tamaño y ferocidad. Euristeo, rey de
Tirinto, encargó entonces a Hércules que fuese a Creta, no para matar al toro,
lo que acaso para el héroe hubiese sido más sencillo, sino para apoderarse de
él y traerlo sano y salvo al palacio real. Hércules, cuando vio al toro
furioso, lo afrontó con impulso formidable, lo agarró por los cuernos y lo
obligó con el rigor de sus brazos a doblar la cerviz ante él. Después,
envolviéndole como un manso corderillo en una gran red, se lo cargó sobre los
fuertes hombros, y con aquel dulce peso, cruzó tierras desoladas, atravesó los
mares y llegó sano y salvo al palacio de Euristeo.
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